Pasadas las 12 de la noche del viernes, Mirtha Legrand confiesa que se levantó temprano y que viajó en auto a Rosario para recibir una distinción en homenaje a su trayectoria. Pide disculpas por no subir las escaleras que la llevan al escenario porque es muy empinada. “Tengo mal una rodilla”, dice primero y luego agrega: “Mentira, no puedo subir”,.
De pie frente a un micrófono recibe el aplauso de cientos de personas que no paran de filmarla. Se encuentran el gobernador Omar Perotti y el intendente de la ciudad, Pablo Javkin, quien la saluda con una sonrisa y aplaude. Ella le va a retribuir diciéndole que hizo una buena intendencia y que ganó bien las elecciones. También pide un aplauso para él. La presidenta del Concejo, María Eugenia Schmuck, le muestra orgullosa que logró que todos los concejales votaran para que sea visitante ilustre de la ciudad. El rival del intendente en las próximas elecciones, Juan Monteverde, se encuentra también en la entrega de premios.
Mirtha cuenta brevemente su historia. Este año compartió cartel con Raúl Lavié, Sandra Mihanovich, Soledad Pastorutti, pero nadie pudo restarle ser el centro de atención. Ni las figuras nuevas que también recibieron un premio “Magazine”.
Se emociona, recuerda que tiene 96 años y confiesa que después de la fiesta en Rosario no se irá a dormir, sino a recorrer la ciudad, para pasar por los lugares donde vivió, que recuerda con precisos detalles y hasta con la dirección de cada uno. Sutilmente desliza un reproche diciendo que ahora puede porque no tiene que levantarse temprano para conducir su programa.
“Todos los días le pido al Señor que me dé salud para seguir trabajando”, dice. Para reforzar que está en condiciones de manejar su programa no duda en pedir que se acabe de una vez por todas esta grieta horrorosa que vivimos los argentinos”.
Durante su intervención, Mirtha sorprendió con una definición que no se le había escuchado antes y en la que anunció en qué va a usar el tiempo que antes le insumía la tele. “Soy una mujer famosa en mi país y ahora me voy a dedicar a hacer el bien, pero no dando cosas materiales, sino ayudando a la gente”.
Mirtha ya es presidenta honoraria del Hospital Fernández y revela que todos los días la llama gente que no puede ser atendida por los médicos o que no se puede operar. “Me ocupo de eso y me da placer”, admite. Y explica las razones: “Quiero que toda mi vida no sea en vano, solamente haber sido famosa, tener éxito. Quiero hacer algo por mis compatriotas”, exclama.
Se despide con aplausos. “Nunca he dejado de trabajar. Cuando digo que al público le debo mi vida, es verdad. No sé cuántos años más voy a vivir, pero les debo toda mi vida, porque siempre quise ser actriz. Cuando era chica tenía una niñera que se llamaba Bruna y le decía haceme el moño bien grande, porque quería que me miraran, quería distinguirme en algo. Mi hermana gemela era distinta”.
Llegando al final de la fiesta Mirtha no está apurada, disfruta el momento. “Desde ahora voy a cobrar las fotos, -bromea- y lo recaudado lo voy a donar a algún hospital. Debo haberme sacado unas doscientas fotos por lo menos esta noche, pero me encanta. Imagínense si nadie me llevara el apunte. Tengo 96 años queridos, y estoy acá. Y ahora no me voy a dormir, voy a dar una vuelta por todo Rosario en el auto. Los que quieran sacarse una foto pueden acercarse. Voy a estar comiendo mi postrecito”. (fuente: Infobae)


