Un informe de CAME reflejó una caída en la cantidad de viajeros, la duración promedio de las estadías y el gasto total en comparación con años anteriores. El turismo interno sigue vigente, pero se transforma en tiempos de crisis.
Los últimos fines de semana largos de junio, correspondientes a los feriados por la conmemoración de la muerte del General Martín Miguel de Güemes (17 de junio) y el Día de la Bandera (20 de junio), dejaron una postal clara de la nueva realidad turística de los argentinos: menos viajes, estadías más cortas, y un gasto general significativamente menor.
Así lo indicó un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), que trazó un diagnóstico con cifras precisas pero, también, con señales de alerta para el sector.
Durante los seis días que abarcaron ambos feriados, se movilizaron por el país 2.162.750 turistas, que gastaron en conjunto $412.372 millones, un monto que, aunque elevado en términos nominales, representa una caída del 27,9% a precios constantes con respecto a igual período del año anterior. El informe destaca además que la cantidad de viajeros fue un 16,6% menor al registro del año pasado, cuando los feriados abarcaron siete días y alcanzaron los 2.592.000 desplazamientos.
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El promedio de estadía también retrocedió: los turistas se quedaron apenas 2,2 noches, una cifra inferior a las 2,9 noches de 2023. A su vez, el gasto promedio por persona y por día fue de $82.900, incluyendo alojamiento, comidas, transporte, recreación y compras varias. Todo esto confirma un dato que resuena con fuerza en el análisis de CAME: el turista argentino está más austero y planifica escapadas más cortas y más cuidadosas desde el punto de vista económico.
El turismo de cercanía, una tendencia que se consolida
Frente al escenario de ajuste generalizado que atraviesa la economía argentina, una de las respuestas más visibles del mercado turístico es la consolidación del turismo de cercanía. Según CAME, muchos destinos de proximidad, especialmente aquellos accesibles en transporte terrestre y que no implican grandes erogaciones, mostraron buenos niveles de ocupación, e incluso “picos” durante eventos culturales o deportivos de convocatoria masiva.
“Si bien se observaron recortes en servicios recreativos y en el consumo comercial, el ajuste principal estuvo en la reducción de la duración de las estadías”, señalaron desde la entidad gremial-empresaria. Esto confirma una tendencia que se repite en lo que va del año: escapadas cortas, de dos o tres días, y una inclinación por destinos nacionales, especialmente dentro de la misma provincia o región.
En ese sentido, los fines de semana largos continúan siendo una herramienta útil para sostener el movimiento turístico durante la temporada baja. Las cifras lo respaldan: en lo que va de 2025, ya se celebraron cinco fines de semana largos que movilizaron a 8,8 millones de personas, con un impacto económico estimado en más de $2 billones, equivalentes a unos 1.821 millones de dólares al tipo de cambio oficial. Este movimiento dinamizó especialmente a las economías regionales y benefició, directa o indirectamente, a miles de pequeñas y medianas empresas vinculadas a la actividad turística. (fuente: Diario Popular)